Adiós a Golpe de dados
El pasado mes de julio estuvo de visita en la Ciudad de México el poeta y amigo bogotano Federico Díaz-Granados para, entre otras cosas, presentar el más reciente número —que es también el último— de la mítica Golpe de dados, revista de poesía de la que él mismo fungió como coeditor. Nacida en 1973 bajo los auspicios de Mario Rivero, Juan Gustavo Cobo Borda y un grupo de poetas amigos, la muerte de su fundador, en abril de este año, marca el fin de una larga época de las publicaciones de poesía colombianas y, hay que decirlo, latinoamericanas. En su último número, Golpe de dados presenta un "Panorama de nueva poesía mexicana", específicamente de la escrita por los nacidos en los años 60 y 70. En ese ejemplar aparecen dos poemas míos que, generosamente, seleccionó el propio Federico. Los otros poetas incluidos son: Ernesto Lumbreras, León Plascencia Ñol, Mónica Nepote, Luis Vicente de Aguinaga, Julián Herbert, Rocío Cerón, Álvaro Solís y Hernán Bravo Varela. A continuación, cuelgo el texto que leí en una de las dos presentaciones que de la revista se hicieron en esta ciudad.
Un golpe de dados nunca abolirá el azar. Potenciará en cambio, sus efectos, instaurará su orden aleatorio, su universo paralelo en el que, como nos mostró el abuelo Stéphane, toda causa admite un efecto inesperado. Si el aleteo de una mariposa en Nueva York desencadena un maremoto en China, no es menos posible que la impresión de una modesta, si bien legendaria, revista bogotana, tenga como consecuencia que yo esté aquí, esta tarde, reunido con amigos tan queridos como Mónica, Rocío y Federico, para presentar y festejar, aquel azaroso Golpe de dados salido de las imprentas cachacas.
Azaroso y proverbial como fue mi encuentro, a mediados de los años 90, con un ejemplar de la revista que mi amigo Iván Granados Hay tuvo a bien traerme o enviarme, ya no me acuerdo, y en cuyas páginas descubrí nombres hasta entonces desconocidos para mí, que, ya con pie y medio fuera de la Facultad de Filosofía y Letras de la UNAM no era mucho menos lego de lo que soy ahora en el conocimiento de la guía de nombres de las poesías latinoamericanas. (Y aclaro que en aquella época yo aún no había escrito un solo verso, sino que me empeñaba, contra todos los indicios, en convertirme en un narrador de prosapia). Aquel venturoso Golpe... fue, entonces, el umbral si no para ese conocimiento sí para mi aproximación a una poesía y unos poetas que, a pesar de la lengua —ese aire de familia—, poco se parecían a sus primos argentinos, peruanos y chilenos. Lo he dicho en otras ocasiones: en su tono medio, asordinado, correcta y exactamente contenido, la poesía colombiana parece hallar un refugio seguro y plácido contra la miseria y la violencia atávicas que, disimuladas hoy tras el maquillaje del discurso oficial del desarrollo y la instauración de Colombia en el “concierto de las naciones”, durante décadas han azotado a ese país. Supe por primera vez, por las páginas de esta revista, los nombres de su director y fundador, el recientemente fallecido Mario Rivero, y de otros como Giovanni Quessep, Darío Jaramillo Agudelo, Juan Manuel Roca y María Mercedes Carranza, por mencionar algunos cuantos que me vienen ahora a la memoria.
Durante 36 años, ni más ni menos que mi edad, Golpe de dados ha contado con una de las nóminas poéticas más impresionantes de las que se pueda preciar cualquier revista de poesía de lengua española. Por aquí han pasado no sólo los más reconocidos poetas colombianos, sino también muchos de los mejores. Y más: ha acogido, como una casa grande y generosa, a poetas de toda la América Latina, de España y de otras latitudes. Un rápido vistazo a algunos de mis ejemplares me arroja los siguientes nombres: Fernando Charry Lara, Álvaro Mutis, Juan Gustavo Cobo Borda, Mark Strand, Eliseo Diego, Luis García Montero, Félix Grande, José Emilio Pacheo.
Pero hay algo más: la vocación de cualquier revista que se precie de serlo, y más si es de poemas, de dar cabida a las voces más nuevas. En ella he leído a varios poetas colombianos nacidos después que yo y aquí también leí por primera vez a otros que con el tiempo —aunque no tanto, en realidad— se convertirían en queridos amigos: Catalina González Restrepo, Juan Felipe Robledo y Federico Díaz-Granados, a quien me hace muy feliz acompañar hoy aquí, en ésta que, como Bogotá lo es mía, es también su ciudad.
Durante casi cuatro décadas, Golpe de dados ha sido fiel al proyecto franciscano de Mario Rivero: el de privilegiar la poesía sobre cualquier afeite. Su presentación, modesta y elegante al mismo tiempo, es hoy la misma que la de su primer número, y al hojear cualquiera de sus ejemplares veremos que sus páginas se conforman única y exclusivamente de poemas, ni más ni menos.
Dije al principio de esta intervención que me alegraba estar aquí para presentar y festejar este número de Golpe de dados. Un festejo, ciertamente atípico, pues este “Panorama de nueva poesía mexicana”, en el que Federico me hizo el honor de incluir un par de poemas míos, cierra la historia de esta revista —ya lo he dicho— legendaria. No es casual que, para despedirse, se haya querido presentar una muestra de poetas mexicanos en una publicación cuyo número inaugural dedicó un importante número de páginas a un entonces treintañero, como lo somos hoy nosotros, José Emilio Pacheco. Por último, pienso que el hecho de presentar una revista al tiempo que llega a su fin con la muerte de su fundador, editor y principal animador, podría entristecernos si no supiéramos que en México, pero también en el resto de América Latina, un proyecto como éste difícilmente llega a buen puerto antes de hundirse en el quinto o sexto números. Que una revista de poesía se mantenga durante 36 años y 226 números es algo que, sin duda, hay que festejar. Celebremos entonces.
Azaroso y proverbial como fue mi encuentro, a mediados de los años 90, con un ejemplar de la revista que mi amigo Iván Granados Hay tuvo a bien traerme o enviarme, ya no me acuerdo, y en cuyas páginas descubrí nombres hasta entonces desconocidos para mí, que, ya con pie y medio fuera de la Facultad de Filosofía y Letras de la UNAM no era mucho menos lego de lo que soy ahora en el conocimiento de la guía de nombres de las poesías latinoamericanas. (Y aclaro que en aquella época yo aún no había escrito un solo verso, sino que me empeñaba, contra todos los indicios, en convertirme en un narrador de prosapia). Aquel venturoso Golpe... fue, entonces, el umbral si no para ese conocimiento sí para mi aproximación a una poesía y unos poetas que, a pesar de la lengua —ese aire de familia—, poco se parecían a sus primos argentinos, peruanos y chilenos. Lo he dicho en otras ocasiones: en su tono medio, asordinado, correcta y exactamente contenido, la poesía colombiana parece hallar un refugio seguro y plácido contra la miseria y la violencia atávicas que, disimuladas hoy tras el maquillaje del discurso oficial del desarrollo y la instauración de Colombia en el “concierto de las naciones”, durante décadas han azotado a ese país. Supe por primera vez, por las páginas de esta revista, los nombres de su director y fundador, el recientemente fallecido Mario Rivero, y de otros como Giovanni Quessep, Darío Jaramillo Agudelo, Juan Manuel Roca y María Mercedes Carranza, por mencionar algunos cuantos que me vienen ahora a la memoria.
Durante 36 años, ni más ni menos que mi edad, Golpe de dados ha contado con una de las nóminas poéticas más impresionantes de las que se pueda preciar cualquier revista de poesía de lengua española. Por aquí han pasado no sólo los más reconocidos poetas colombianos, sino también muchos de los mejores. Y más: ha acogido, como una casa grande y generosa, a poetas de toda la América Latina, de España y de otras latitudes. Un rápido vistazo a algunos de mis ejemplares me arroja los siguientes nombres: Fernando Charry Lara, Álvaro Mutis, Juan Gustavo Cobo Borda, Mark Strand, Eliseo Diego, Luis García Montero, Félix Grande, José Emilio Pacheo.
Pero hay algo más: la vocación de cualquier revista que se precie de serlo, y más si es de poemas, de dar cabida a las voces más nuevas. En ella he leído a varios poetas colombianos nacidos después que yo y aquí también leí por primera vez a otros que con el tiempo —aunque no tanto, en realidad— se convertirían en queridos amigos: Catalina González Restrepo, Juan Felipe Robledo y Federico Díaz-Granados, a quien me hace muy feliz acompañar hoy aquí, en ésta que, como Bogotá lo es mía, es también su ciudad.
Durante casi cuatro décadas, Golpe de dados ha sido fiel al proyecto franciscano de Mario Rivero: el de privilegiar la poesía sobre cualquier afeite. Su presentación, modesta y elegante al mismo tiempo, es hoy la misma que la de su primer número, y al hojear cualquiera de sus ejemplares veremos que sus páginas se conforman única y exclusivamente de poemas, ni más ni menos.
Dije al principio de esta intervención que me alegraba estar aquí para presentar y festejar este número de Golpe de dados. Un festejo, ciertamente atípico, pues este “Panorama de nueva poesía mexicana”, en el que Federico me hizo el honor de incluir un par de poemas míos, cierra la historia de esta revista —ya lo he dicho— legendaria. No es casual que, para despedirse, se haya querido presentar una muestra de poetas mexicanos en una publicación cuyo número inaugural dedicó un importante número de páginas a un entonces treintañero, como lo somos hoy nosotros, José Emilio Pacheco. Por último, pienso que el hecho de presentar una revista al tiempo que llega a su fin con la muerte de su fundador, editor y principal animador, podría entristecernos si no supiéramos que en México, pero también en el resto de América Latina, un proyecto como éste difícilmente llega a buen puerto antes de hundirse en el quinto o sexto números. Que una revista de poesía se mantenga durante 36 años y 226 números es algo que, sin duda, hay que festejar. Celebremos entonces.
Y aquí, mis poemas aparecidos en ese postrero Golpe de dados
De onomástica
Me gusta tu nombre por concreto,
formado de la sustancia
en que fraguan las cosas intangibles.
Me gustan sus límites concisos,
sus bordes afilados,
el breve relámpago de letras
que al decirse llena el mundo de sentido:
Todas las cosas se llaman con tu nombre,
fluyen los ríos agua de tu nombre,
en tu nombre mis tigres beben calma.
Dardo de sol,
XXXXXXXXXimán,
XXXXXXXXXXXXXaguja,
tu nombre es una patria recobrada:
Vuelvo a tus costas,
a tus sílabas de plata
y en tu nombre pronuncio una plegaria.
Flores
Faltaba ayer
sobre esta mesa
tu imagen bienhechora,
el pan providencial de tu semblante.
Brotaban en racimos
las flores del mantel
—manojos de la ausencia—
pero yo,
mendigo de milagros más etéreos,
buscaba repetir
tu gesto en el de nadie,
hacerte retoñar,
salir del aire,
de la alquimia secreta
en la que nacen
el aceite,
XXXXXXla niebla
XXXXXXXXXXXXy el deseo.
4 Comments:
Hola Víctor, metacelebro: celebro la celebración y que estén estos poemas tuyos ahí. Celebro que los hayas postiiado, porque así pude venir a leerlos.
"Me gusta tu nombre por concreto", me quedo con este verso, el tema de los nombres, del nombre, de lo nombrable, lo innombrable me atrae mucho.
Saludos, enhorabuena. Que lindo estar al fin de un ciclo en espiral, ¿no?
Celebro tu visita y tu celebración y, por sobre todo, las agradezco.
Saludes.
buscaba repetir
tu gesto en el de nadie...
bello, bello!
:)
GOLPE DE DADOS
Mario Rivero, In Memoriam
Número CCXVII al CCXIX. Volumen XXXVII .
Bogotá, Enero- Junio 2009. 37 años. 64 páginas. Publicada en Dic. 2009
Texto completo "El poeta habla de sí mismo" (1965), “Manifiesto poético” de Mario Rivero. Otros detalles, imágenes, enlaces, ... .
Agradecemos al poeta Hernán Vargascarreño la información y los documentos
.
VER ENLACE EN:
NTC … 314
http://ntcblog.blogspot.com/2009_12_27_archive.html
+++++
Publica y difunde: NTC … Nos Topamos Con … http://ntcblog.blogspot.com/ , ntcgra@gmail.com . Cali, Colombia, Enero 12, 2010
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