Obama de película
Resulta sintomático que el día de la ascensión de Barack Obama a la presidencia del país (aún) más poderoso del mundo los mercados internacionales se hayan desplomado alarmantemente. Recuerdo una película soviética anterior a la Glásnot y a la Perestroika: Moscú no cree en lágrimas. Pues bien, parafraseando aquel título, he aquí que “Wall Street no confía en las buenas intenciones”, mucho menos en aquellas que, como las anunciadas en el primer discurso público del nuevo mandatario, parecen oponerse a sus mezquinos intereses omnívoros.
En los próximos días y semanas, el mundo entero asistirá al avance de un filme, entre el drama y el horror, en el que un héroe y un puñado de hombres (entre los que no han de faltar los traidores) se enfrentarán a las pruebas más adversas que la popularidad y el capital político puedan arrostrar. Lo malo es que se trate de una reality movie con un final hasta cierto punto predecible.
Nos lo ha enseñado Hollywood: a la hora en que las cosas se ponen mal, es mejor que un negro pague los platos rotos. He ahí al mártir o al chivato: la carne de cañón. Fanáticos de la supremacía WASP (blanco anglosajón protestante, por sus siglas en inglés), estudios, productores, directores y guionistas se han empeñado en crear una imagen de la población afroamericana, y del negro en particular, que lo mismo refiere, entre otros estereotipos, a: a) un hampón estrafalario y despilfarrador, situado en la base de la escala criminal; b) un paria encantador que sobrevive, merced a su simpatía, timando a los demás; c) una prostituta de falda entalladísima, blusitas de colores chillantes y labial subido de tono; d) un soldado heroico por sacrificable; e) un antihéroe, leal, valiente, con una férrea ética personal, pero fuera de la ley; f) un hombre (o una mujer) que triunfa (sobrevive) a pesar de la adversidad y que es feliz no obstante su miseria. En esa lógica, el cine gringo ha llegado inclusive al exceso de personificar a Judas, emblema universal del traidor, en un actor negro (Jesus Christ Superstar, Norman Jewison, Estados Unidos, 1973).
La llegada de Barack Obama al poder parecería, así, un producto de las mentes maestras de los estudios Universal, a la manera de aquellos chistes en los que Dios, dirigiéndose a una de sus infortunadas creaturas, dice: “Te tengo una noticia buena y una mala: La buena es que serás el líder de la nación más poderosa de la Tierra. La mala es que recibirás un Estado debilitado y una economía arruinada.”
Lo que vimos ayer fue a un político carismático y elocuente, con una arrolladora aura de simpatía, una imagen del negro situada entre, digamos, Denzel Washington y Will Smith. Al hombre común que, gracias al empeño y la inteligencia, demuestra que toda meta es alcanzable con esfuerzo. La típica historia americana, pues. Lamentablemente, otros son los guionistas de ésta: los mismos que sirviéndose de la especulación y la guerra han comprometido el futuro de una nación y del mundo a cambio de pingües ganancias, esos que desconfían de los discursos en los que antes que prometerles beneficios y exenciones se reivindica el papel del ciudadano común y corriente, los mismos, en fin, que a pesar de haber dejado ayer el poder se han asegurado de mantenerlo secuestrado y a su servicio. ¿Quién quiere ver esta película? Por lo pronto, George Soros y Dick Cheney, Don Rumsfeld y la familia Bush ya tienen su boleto.
4 Comments:
Te faltó la criada afroamericana. Vb. gr.: "Gone with the wind", "El derecho de nacer", etcétera.
Va un abrazo.
Señor Cabrera:
Lo invito a darse una vuelta por este blog: http://endefensadelpleito.blogspot.com/
Es la bitácora de la organización que presido, asociación cuya única finalidad es la de promover que 2009 sea el Año Nacional de la Polémica Ociosa.
Mil gracias. Mil saludos. Y muchas felicidades por los tres años de su blog.
Maestro Cabrito:
Permítame señalarle que no se dice "pingües ganancias": ¡lo correcto es decir "pingües emolumentos"!
Y le faltó hablar de mi tío natural, el gran Zamorita, que salió de San Martín de Porres en varias producciones del cine y la televisión patria. (Tío natural, digo, porque los de Mómax no nos andamos con actitas de nacimiento: puro coger, parir y listo.)
Échese algo, pues.
Maestro Montenegro:
Agradezco infinitamente su precisión léxica, con la esperanza de, en lo futuro, enmendar mi estrecho vocabulario. (Es que de niño yo no lo enriquecí en las Selecciones del Readers Digest).
En cuanto a su anotación genealógico-cinematográfica, no sé quien incurra en un error, si Ud. o mi mala memoria, porque según yo su tío natural, conocido en la farándula como Zamorita, no fue quien personificó, ni en la pantalla grande ni en la más reducida de la tele, al así llamado Fray Escoba, A.K.A. san Martín de Porres (no confundirlo con san Martín caballero ni con el otro, san Martín Choloyo, santo muy milargoso). Tengo para mí que fue René Muñoz quien dio vida al santo cambujo. Ahora que, por lo que dice de los de Mómax, dudo que el actor Muñoz haya sido pariente suyo, porque era putísimo. Pero vaya usté a saber.
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