domingo, noviembre 09, 2008

Imagen del puerto


A Diana en Veracruz

Justo al final del malecón, donde el mar ya no es mar sino una caldeada orilla de aceite y agua, los niños flotan sonrientes, delgados y oscuros como culebras morenas. Desde allí devuelven el saludo al público que arriba agita los brazos y los injuria en franco son de paz.

Lustrosos a la resolana de la tarde, los cuerpos suben y bajan con el ritmo lento que les impone la marea. Al fondo, desde los barcos, algunos marinos los miran con aburrimiento. Los turistas, refresco en mano, sal en las pupilas, tampoco dejan de observarlos.

―Una moneda, pariente, una moneda ―piden a gritos los tritones.

Alguien hurga en sus bolsillos y les arroja un cobre inservible. Los niños saltan como carpas ansiosas (y el salto sólo dura un destello). Quien obtiene el metal lo arroja de vuelta con resentimiento.

Un hombre rubio y grueso, acaso hastiado de lo fútil de los bienes terrenos, se quita con trabajos un anillo y al grito de “tenga amigou” lo lanza apresuradamente al rincón de mar, mientras a él se aproxima con un vaso de helado una mujer más rubia y más robusta, para tomarlo del brazo y murmurarle alguna miel en lengua de piratas.

Ágil, uno de los niños captura el regalo antes de sumergirse en el agua sucia. Todos los turistas clavan los ojos en el sitio exacto donde el pequeño se ha perdido. Esperan uno, dos, tres minutos... Cuatro. Unos a otros se miran con angustia, alguien indignado insulta al extranjero. De pronto, cuando ya algunos valientes están a punto de arrojarse al salvamento, asoma el torso del niño. Lleva en brazos el cuerpo de una muchacha que observa el mundo con ojos de asombro. Sus pechos duros apuntan hacia el hombre rubio. La muchacha le sonríe. El gordo agradece el regalo mientras la mujer del helado se aleja furiosa y balbuceando “fucking, mexican women... mexican mermaids”.

El día se acaba. Felices, los niños hacen una caravana y se despiden. La gente aplaude mientras los mira alejarse mar adentro, agitando sus negras colas de pez.
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Incluida originalmente en mi libro Episodios célebres (Instituto Mexiquense de Cultura, Toluca, 2006), esta "Imagen del puerto" ahora forma parte de Yo no canto, Ulises, Cuento. La sirena en el microrrelato mexicano (Fósforo-Conarte Nuevo León, México, 2008) una muy amena compilación de textos sirénicos reunida y prologada por el buen Javier Perucho, buscador de raros y coleccionista de cabezas jíbaras. Precedidos por Homero y el almirante Cristóbal Colón, aparecen en esas páginas, entre otros nombres los de Alfonso Reyes, Julio Torri, Augusto Monterroso, Edmundo Valadés, Salvador Elizondo, José de la Colina, Héctor Carreto, Guillermo Samperio, Mónica Lavín, Armando González Torres, Marcial Fernández, Silvia Eugenia Castillero y Amaranta Caballero.