viernes, enero 30, 2009

Mi reino por un Imperio

Rocío Cerón, Imperio, Ediciones Monte Carmelo, Comalcalco, 2008.


Como todo buen libro hermético, Imperio, de Rocío Cerón, despliega en cada verso la multiplicidad de sus posibilidades exegéticas: no lo que dice sino lo que puede decir, lo latente en ―o más allá― de su enunciación. De entrada, como observa Raúl Zurita en su epílogo, se trata de un poema construido sobre “los restos de una batalla, […] de la muerte y del intento de las palabras por registrar los últimos bordes de lo que ya está para siempre fuera del lenguaje.” Imperio es, visto así, un túmulo erigido en medio de la devastación, pero es también ―sin que esto contradiga necesariamente la lectura del poeta chileno― una semilla de pura materia lingüística de la que germinará un otro paisaje nacido a partir, y merced, de aquellas mismas ruinas. Aunque, es oportuno aclararlo, el panorama que se vislumbre no resulte obligadamente promisorio, sino uno en el que se percibe “los cascajos de un orden ahora colapsado la grieta donde se mira un presente incierto…” Éste no es, en ese sentido, un libro feliz que, pasado el fragor de la batalla y hecho el recuento de los daños, ofrezca un nuevo orden necesariamente optimista: “Estoy sentado frente a una ausencia”, reza su último poema, para dejarnos plantados, sin certezas, en mitad del vacío.
XXXXXEn ese sentido, en estas páginas se libra una guerra interior que alude, a pesar del despiste de la precisión toponímica de sus apartados, a las profundidades de la conciencia, que aquí representa, me parece, el imperio al que hace alusión el título. Porque al final, entre los restos de la destrucción, no hay otro lugar posible que la propia certidumbre de sí. Cerón plantea, de este modo, un descenso “ahí, hasta donde no hay más sitio que uno mismo”: El imperio.
XXXXXHay, en psicoanálisis, un término que alude a la idea de desprendimiento, de corte, de separación: la hiancia, una grieta que permite atisbar aquel panorama emergente, la oquedad en la que el sujeto es plenamente: “Es en la antinomia ―dice Lacan―, en la hiancia, en la dificultad, donde encontramos la posibilidad de transparencia.” “…el mundo es la escisión entre el estar y lo abisal”, escribe Rocío Cerón desde la intuición de que es precisamente en ese espacio de fractura ―mundo― donde se estructura el individuo: entre la endeble certeza del habitar y la angustiosa incertidumbre del vacío. Me interesa, aquí, este concepto, pues Imperio es un libro poblado de grietas, huecos y fisuras en las que habita una noción de saber nacida con la modernidad: “No sabe que sabe, que tiene, que lleva en su destino/ la nota polisémica, la llaga guardada del mundo.” Si, como afirma la poeta, “la hendidura […] marca el pulso del cimiento”, es porque en la dura materia de los absolutos es la falla la que propicia la descolocación desde donde pueda construirse un orden nuevo: “There is a crack in everything/ That´s how the Light gets in”, cantaba Leonard Cohen a principios de la década pasada, una época definida, precisamente, por el derrumbe de todas las certezas.
XXXXXDesde esa lectura, Imperio es un libro plenamente contemporáneo, en el sentido de que es la constatación de la soledad del individuo (así, en singular), de la prevalencia final del sujeto sobre toda utopía comunitaria, llámese familia, sociedad o pareja. Ya desde el epígrafe virgiliano que lo precede, el libro nos advierte de esa certidumbre: “Somos arrastrados por los presagios”, pues en verdad, desde el momento de nuestra concepción, estamos ya marcados por el único vaticinio, el de la muerte. Por eso, paradójicamente, me parece también un libro cargado de humanidad, “comprometido” más allá del cariz panfletario del término, porque en ese saberse sólo, único, mortal e irrepetible, se finca, precisamente, toda posibilidad de comunión con el otro. Es ahí, en la fisura ―la hiancia― de esa verdad definitiva, donde nos sabemos, porque lo somos, semejantes a los demás.
XXXXXDueña de un oficio dominado plenamente, en Imperio, Rocío Cerón ha logrado llevar los alcances retóricos de los anteriores Basalto y Soma, así como la elocuencia discursiva de sus Apuntes para sobrevivir al aire a un estadio de madurez poética que evade la voluntad del hallazgo azaroso y la pretensión de una sonoridad carente de significación y de sentido, para relatar un descenso a las profundidades de la conciencia, al imperio del yo, y levantar, desde ese sitio, un atroz y conmovedor monumento a la caída.
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Esta reseña aparece en el número 65 de la revista Armas y Letras de la Universidad Autónoma de Nuevo León.

1 Comments:

Anonymous Anónimo said...

acabo de conseguir este libro hace unas semanas y estoy de acuerdo con tus comentarios. ayer vi la acción en tijuana y me gustó como lee ella y la sonorización y el video pero me quedo con el libro sólo, es brillante, lleno de niveles de lectura. muy buena poeta. saludos al señor cabrera desde tj. antonio n )Aka N43r

10:37 p.m.  

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