Breve lección de ornitología
Empecé saludando aquella noche
al Águila ligera de Colombia
para, acto seguido, presentar
mis respetos al Negro Cisne de las viñas australianas
y a su simpático paisano, El Pingüinito.
Subí después hasta las tintas
alturas donde mora
el Cóndor, majestad,
Rey de los Andes
y más tarde, en pleno vuelo,
topéme con el Ganso Gris de Francia
(llegó, por cierto, acompañado de 2 putas).
Perdí en ese momento los estribos,
la cena (a medio digerir)
y toda compostura.
Pero luego,
poquito más repuesto,
aún pude en la batalla
con 1/2 cuerpo de El Famoso
Lagópodo de Escocia.
No sé,
no supe más de mí
y como D. Pedro
negué 3 veces la pétrea Cruz de mi parroquia,
la dulce, ay, Sangre de Cristo,
mucho antes de cantar
el Gallo de la ardiente California.
También resucité 2 días después.
En medio de las brumas me velaban
1 añejo ejemplar de Casa Cuervo
y 1 vampiro escapado de la turba
nocturna, infame, de las aves
de las barricas Bacardí & Cia.
Al pie de mi camastro,
mi esposa, Magdalena,
me lloraba como la Viuda de Romero.
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En pleno Maratón Guadalupe-Reyes, comparto este catálogo de pajarracos de probado exotismo y diversa graduación etílica. Tan insigne parvada apareció con anterioridad en el volumen compilatorio del II Encuentro Internacional de Poetas en Ecuador 2010, Poesía en Paralelo Cero, al que acudí entre los meses de mayo y junio de este año que fenece con más pena que gloria.
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