No me acuerdo...
de quién gritó primero la mañana
de aquel jueves de septiembre ni de quién fue el primero en quedarse callado ni
de por qué me replegué hacia el fondo del patio cuando los vidrios de las
ventanas comenzaron a estallar en miles de pedazos. Viéndolo fríamente, a la
distancia, cualquier decisión correcta puede, a la larga, ser también la equivocada. Cómo
saberlo.
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